El Casco Antiguo es uno de mis lugares favoritos. Disfruto mucho conocer nuevos secretos y rincones de su historia, desconectarme de todo y sacar tiempo para ser turista en mi propia ciudad.
Hace unos años mi familia y yo fuimos a cenar al Casco para celebrar la Nochevieja. Nos gustó tanto que decidimos convertirlo en una pequeña tradición y recibir todos los años nuevos en este maravilloso barrio histórico lleno de encanto.
Este año nos decidimos por La Concordia. Un hermoso edificio de tres plantas, en forma triangular, que sobrevivió al incendio de 1906 y que hoy es un hotel boutique con 10 habitaciones, cada una con balcón propio y decoración única. Además de sus techos altos, lámparas imponentes y bellísima decoración que fusiona lo antiguo y lo moderno, lo que más me gustó de este hotel fue el trato de su personal. Llegar ahí fue como llegar a casa de amigos donde todos recuerdan tu nombre y te tratan con una familiaridad amable, creando un ambiente acogedor y cómodo.
Nos fuimos a hacer lo que más nos gusta, caminar por el barrio y dejarnos llevar por toda la historia y cuentos que tiene para contar.
Fuimos a la Iglesia de San José y recordamos aquella leyenda de Panamá La Vieja, que decía que cuando los piratas llegaron a saquear la ciudad, los hábiles e inteligentes sacerdotes de la primera iglesia de San José escondieron sus reliquias y tesoros y cubrieron su altar con una fea pintura de arcilla y hierbas. Cuando los piratas vieron el feo altar se sorprendieron y les regalaron unas monedas para que compraran una mejor pintura, sin saber que debajo se encontraba nuestro famoso Altar de Oro. Cuando la primera ciudad de Panamá ardió en llamas, fue trasladado a la nueva iglesia de San José donde se encuentra actualmente.
Lo más seguro esta leyenda no tiene ningún origen verídico pero es parte de los misterios y encantos de nuestra rica y a veces olvidada historia, que el Casco protege y comparte con nosotros cada vez que lo visitamos y estamos dispuestos a escucharlo.
Luego fuimos a la iglesia de La Merced, al Parque Herrera y el restaurado Parque de Santa Ana.
El Parque Santa Ana se construyó propiamente en 1890 en el área de extramuros conocida como El Arrabal y en 1922 se inauguró su glorieta. Ha sido testigo de importantes eventos históricos como las protestas ante el fusilamiento de Victoriano Lorenzo y el Movimiento Inquilinario en 1925.
Recientemente fue restaurado y la verdad fue un gusto disfrutarlo tan limpio y tan bonito.
Mi sobrino y yo nos divertimos mucho cantando y bailando en la glorieta.
Para la noche escogí un vestido de encaje turquesa con aplicaciones rojas de mi última colección AFFAIRE y aretes Selfiella. Full Garbolook.
La cena estuvo deliciosa. Bueno amé siete de los ocho platos porque descubrí que las ostras no son lo mío. Me las comí por educación con un buen trago de vino para bajarlas. Primera y última vez que las pruebo.
Después fuimos a pasear al Parque Herrera y a admirar lo hermoso que se ve iluminado con sus enormes estrellas y árboles adornados.
Finalmente regresamos al hotel para recibir la medianoche en el rooftop y ver los fuegos artificiales. Fue una bella manera de recibir el año en familia, riendo y disfrutando juntos
Este año decidí que no me voy enredar tratando de cumplir una larga lista de resoluciones extremas. Lo que sí me propuse fue cerrar ciclos, estar más presente en la vida que en el celular y luchar por seguir disfrutando de las pequeñas cosas y de lo que me apasiona.
Para la primera mañana del año un wrap dress de flores de nuestras nuevas colecciones de verano.
Por un 2018 con más poesía, trabajo que nos apasione, domingos para dormir hasta tarde, paseos al aire libre, arte, largos besos y mucho más de lo que nos hace felices.
Have fun with Fashion…and with 2018!
Feliz Año Nuevo
XOXO
Greta