Hace un par de meses Natalia, una de mis mejores amigas, tuvo que hacer un viaje de trabajo a Mendoza por el BID y coincidían los días con su cumpleaños. Me invitó a encontrarme con ella allá y quedarnos unos días extra. La idea de pasar unas minivacaciones en una ciudad que no conocía, famosa por sus bodegas y viñedos, celebrando con ella y disfrutando de buena comida y vino era un oferta difícil de rechazar.
Día #1
Llegué en el vuelo de la medianoche y no tuve chance de cambiar efectivo, por suerte los taxis del aeropuerto y muchos lugares de la ciudad aceptan dólares.
Mi taxista era o el hombre más famoso de Mendoza o en ese lugar son demasiado amigables en el gremio de conductores públicos pues el señor saludó literalmente a todos los otros taxis con los que se encontraba.
Finalmente llegué al Huentala. Un hotel bonito, con obras de arte en cada esquina, donde a la hora que sea te reciben con una copa de vino para que empieces a disfrutar de la experiencia Mendocina de una vez. Tienen un Wine Store 24 horas y están al lado del Sheraton, conectados por un pequeño pasillo. ( Link directo Hotel Huentala )
Por la hora y por el largo día de trabajo que le tocaba a Natalia al día siguiente, sólo le di su abrazo de cumpleaños, nos quedamos conversando un rato en el cuarto y luego a dormir. Las habitaciones son bastante pequeñas pero nosotras no necesitamos mucho espacio y al menos en esta ocasión no nos quedamos en un hotel con un baño compartido por piso (Esa es una historia para otro post)
Día #1 (Unas horas más tarde)
Después de desayunar decidí salir a pasear un rato. Me perdí (como siempre) pero no me importó mucho pues el área cerca del hotel tiene amplias aceras, hermosos árboles que dan sombra, peatonales, pequeños parques y muchas tiendas de libros usados. Caminar era un verdadero placer.
Cuando finalmente regresé al hotel ya era hora de almorzar y decidí quedarme ahí mismo pues el restaurante se veía bueno y con el hambre que cargaba no me quería arriesgar a perderme de nuevo. Por suerte Natalia tenía una reunión al lado y cuando se desocupó pudimos comer juntas y empezar la celebración temprano.
Después del almuerzo fui a dar un par de vueltas más, a leer un rato al parque, y a descubrir que en Mendoza, las cervezas en los restaurantes son gigantes y que la medida de una copa de vino es hasta el borde.
También me tocó ir a buscar un gafete para poder entrar a la fiesta de cierre del BID. Digamos que con mis jeans rotos, botas y top rojo, rodeada de banqueros vestidos de sacos negro (parecían una bandada de cuervos) me sentí como Reese Witherspoon en la fiesta de Halloween de Legally Blonde.
Por la noche fuimos a cenar a Cordillera Vinos y Fuegos para celebrar oficialmente los 35 de Natalia. La comida estuvo deliciosa y el vino aún más. El restaurante tiene su propia cava y puedes escoger el vino que gustes. Luego nos fuimos de bar hopping y terminamos en el bar del casino del Sheraton, que en realidad parece una cafetería de quinta con alcohol pero a esa hora no estábamos para ponernos exigentes.
Día #2
No les voy a mentir, después de tomarme todos los vinos de Mendoza, mi mañana no fue nada fácil. Estuve tirada, tomando agua, tratando de no morirme hasta la hora de almuerzo. Ahí tomé algo de fuerza para salir a comer a una peatonal y poco a poco, con el aire fresco y los litros de agua me fui recuperando.
En la tarde tomamos unos buses para ir a la fiesta de cierre del BID. Nos llevaron al recién remodelado Gran Hotel Potrerillos un lugar hermoso con su propio viñedo, con vistas a imponentes montañas y al Dique Potrerillos. No en vano fue declarado Patrimonio Provincial. Es un sueño. El evento coincidía con la celebración de la vendimia y montaron un show de danza celebrando el proceso de la elaboración del vino, con gauchos y tango incluido.
Lo único que diré es que los cuervos sí que saben dar una buena fiesta. Un espacio maravilloso frente a las montañas, músicos en vivo, barra libre, asados y fogatas, fueron la combinación perfecta para crear una noche demasiado divertida en la que bailamos y reimos hasta el cansancio.
Día #3
Al día siguiente teníamos un tour privado por las bodegas de Rutini Wines en Tupungato
«Rutini Wines se convierte en 1925 en la primera bodega en plantar viñedos en el Valle de Uco, reconocido hoy en el mundo como una de las principales regiones vitivinícolas de Mendoza y de toda Argentina.
Rutini Wines cuenta con 255 hectáreas de viñedos, en altitudes que oscilan entre 1.050 y 1.200 metros sobre el nivel del mar. A esta superficie se agregan otras 145 hectáreas de campos en vías de implantación de vides. El equipo dedicado al manejo de viñedos se aboca a lograr frutos de primera calidad. Con este objetivo, se restringe el rendimiento de las vides, se mantiene un excelente sistema de riego y se permite que las uvas alcancen un nivel óptimo de madurez antes de la cosecha.»
Cuando hay más vinos que platos de comida en el maridaje…
Con Don Mariano, el principal enólogo de Rutini. Escucharlo hablar era un gusto y un privilegio. Con cada frase que decía se notaba la pasión por su trabajo y uno quedaba hipnotizado con ganas de escuchar más y más de sus anécdotas e historias.
De él aprendí una frase que nunca olvidaré. Cuando le preguntamos qué vino iba con qué plato nos dijo, con toda la sencillez y espontaneidad del mundo, que lo combináramos con lo que quisiéramos que él sólo tenía una regla: «El vino no se toma ni solo ni a solas» Aunque amé la frase creo que no siempre le haré caso.
«Mariano Di Paola, figura clave de la industria vitivinícola Argentina, es el principal enólogo en Rutini Wines desde 1993. Con más de 30 años en el mercado fue destacado por la revista británica Decanter como uno de los mejores 30 enólogos del mundo. Apasionado de las vides, disfruta de caminatas en el viñedo donde cada año se ve inmerso para supervisar cómo evoluciona la futura cosecha. Su labor se centra en lograr vinos sofisticados, de diseño y formato originales.»
Día #4
Después de desayunar pasaron por nosotras para llevarnos al tour del día que era cabalgata + bodega. En Mendoza casi todas las actividades vienen casadas con un tour a viñedos, bodegas, degustación de vinos o algo por el estilo.
Mientras esperábamos que ensillaran a nuestros caballos este cariñoso gatito se enamoró de mi y yo no me pude resistir. Creo que ya va siendo momento de considerar tener uno de estos para mi solita.
Esta fue mi súper yegua del día. Su nombre es Ceniza y fue un encanto.
La cabalgata era entre viñedos y literalmente podíamos tomar las uvas que quisiéramos de las ramas y comerlas mientras andábamos.
Selfie con risa de felicidad y nervios…No me atrevía a tomar muchas fotos sobre el caballo porque no soy una jinete experta y me daba miedo que se me cayera el cel o caerme yo…dos escenarios muy posibles.
Después de la cabalgata fuimos a Doña Juanita, una pequeña bodega familiar en una hermosa casa del siglo 19, llena de antigüedades; con viñedos, olivos y árboles frutales en el patio.
El señor Juan, su esposa e hijo son los dueños de esta bodega y aquí nos está enseñando los procesos de fermentación y crianza de sus vinos. Su producción es una combinación de creación artesanal personalizada, con asistencia de equipos y tecnologías modernas.
Hasta hace algunos años utilizaban esta antigua pero eficiente máquina para el proceso de despalillado de las uvas, donde se separan las uvas del resto del racimo. Una vez desgranado el racimo, los granos de uva se pasan por una máquina estrujadora o pisadora. El fin de este proceso es conseguir que se rompa la piel de la uva, conocida como hollejo.
La casa tiene un sótano que permite que el vino sea criado en botella a una temperatura adecuada. Las escaleras que bajan hacia el sótano son también la imagen en las etiquetas de todas las botellas del vino Doña Juanita
Lo que más me gustó de esta bodega es que se nota el cariño y el calor de hogar en todos los detalles, los dueños te abren las puertas de su casa y te sientes como un invitado muy especial. Cuando el señor Juan se enteró de mi amor por la historia y las antigüedades se le iluminaron los ojos y se emocionó enseñándome todos sus tesoros. La casa está muy bien conservada, tiene hermosos pisos originales y muebles y adornos de la época de su construcción
Una pequeña muestra de las increíbles antigüedades que se encuentran en la casa Doña Juanita y el detalle de sus bellos pisos.
Además del vino producen sus propios tomates que venden secos y son una delicia, aceite de oliva, cremas para la piel, miel y otros productos orgánicos.
Las plantas de vid en Doña Juanita crecen formando un techo en el que puedes ir caminando y comiendo las uvas que quieras. Por supuesto perdí la cuenta de cuantas me comí. Cada una más dulce y rica que la otra.
Al final del tour el señor Juan nos cocinó una cena que nos comimos justo ahi bajo las vides, con luna llena. Pan y tomate con mayonesa casera y luego asado con una botella de su producción. Realmente nos hicieron sentir como amigas de la familia.
Construyeron una escalera caracol que se alza sobre las vides para sentirte que estás caminando encima del viñedo.
Una de las tantas ventajas de viajar con tu mejor amiga es que tiene la paciencia de tomarte todas las fotos que quieras y no tienes que andar sufriendo tratando de tomarte selfies o pidiéndole favores a extraños. Natalia fue mi fotógrafa oficial del viaje.
Día #5
El último día nos íbamos en el vuelo de la medianoche así es que aún teníamos chance de pasear un rato. Fuimos al Parque de La Independencia y almorzamos en un café en el Paseo Sarmiento.
Para cenar y despedir Mendoza decidimos ir a Josefina, un restaurante con poemas y versos en cada esquina, buen vino y meseros guapos. La perfecta combinación para nuestra última noche en la ciudad.
«Josefina es el calor de las hornallas prendidas bajito en las frías mañanas de invierno, es el fuego que escribe sobre todos los fuegos y los aúna en una misma esquina, para verlos crecer y desatarse, convertirse en brasa que alumbra y calienta, en encuentros y soledades, abrazos y alegrías y toda esa perfecta mezcla agridulce de la vida. Josefina es el vino en copas pero también es el vaso de intenso licor, de esos que valen por su corazón, por su saber decir. Lo que toman los poetas, los que cuentan historias, el licor de la buena memoria, de los besos escondidos, de las manos ardiendo entre espaldas y reencuentros. Josefina es mesas al sol, para que los hombres se pierdan entre palabras y mujeres, es ventanas que dejan pasar veranos y sabores. Josefina es amaneceres suavecitos, que de a poco alumbran y entibian. Josefina es también noche perfecta, precisa, noche de viajar hacia el final de la noche. Josefina es la historia de la mujer que arriesga su propia historia, la redibuja, la vuelve a tejer. Josefina es siempre a todo o nada, la que salta de la esquina y de la sombra, la que se asoma a la brisa fresca de un nuevo comienzo.»
Escrito en su página web y en sus paredes. ( Website Josefina )
Este vino lo había probado en la fiesta de cierre del BID y me encantó. Por suerte lo venden en Panamá y podré tener al Enemigo cuando quiera.
Sabíamos que nos iba a gustar Mendoza pero creo que no estábamos preparadas para enamorarnos como lo hicimos de ella. Definitivamente es un destino recomendado que puedes descubrir solo, con tu pareja o con tu mejor amiga.
Have Fun with Fashion…and travels…
XOXO
Greta