En la segunda parte de nuestro viaje me llevé a mis papás a New Orleans, una de mis ciudades favoritas. Un par de personas se extrañaron de mi elección y me preguntaron porqué precisamente había escogido esa ciudad para llevarlos, pues es un lugar famoso mayormente por su ambiente de rumba. Lo que les respondí es que, aunque es verdad que en Bourbon Street parece que todos los días del año son lunes o martes de Carnaval, New Orleans tiene muchísimo más para ofrecer que collares de colores y gente bebiendo en la calle. Es un lugar del cual me enamoré desde la primera vez que lo visité y tenía muchas ganas de compartirlo con alguien.
Si quieren saber más de los primeros 4 días de nuestras vacaciones, les paso el link para que vean cómo la pasamos en Miami.
Una Garbo Girl en Miami (Vacaciones con los padres parte 1)
Día 5
Llegamos en la noche al aeropuerto, las maletas tardaron un montón en llegar y ya me estaba estresando cuando de pronto, en medio del área de equipaje, empezó a tocar una banda de música y no pude evitar relajarme y sonreír recordando dónde estaba y que a pesar de los contratiempos ese era un lugar para disfrutar.
Llegamos a nuestro hotel, el Dauphine Orleans en la calle Dauphine, en el mero centro del French Quarter, una calle paralela a Bourbon Street.
El hotel Dauphine es un edificio histórico que forma parte de un grupo de casas y edificaciones del siglo 18 y tiene una rica e interesante historia. Su dueños originales estaban entre los primeros habitantes de los asentamientos franceses y españoles.
Una de las joyas más notables del área del hotel es su cuarto Audubon, donde entre 1821 y 1822 John James Audubon pintó su famosa serie Pájaros de América. El cottage restaurado ahora sirve como el comedor de desayuno.
En el que ahora es el bar del hotel se encontraba May Bailys, uno de los burdeles más famosos de Storyville. Así se le conocía al distrito rojo de la ciudad cuando la prostitución era legal (desde 1897 a 1917)
El hotel, y esta es mi parte favorita, también se encuentra supuestamente entre los «más embrujados de New Orleans» y es una parada fija de los tours de fantasmas que se realizan.
Muchas personas han reportado ver apariciones de hombres vestidos como soldados de la Guerra Civil y también el fantasma de una mujer a la que a veces se le ve triste y otras bailando por los corredores.
Dicen que en una banca de este patio interno donde ahora se encuentra la piscina, encontraron muerta a la hermana de la propietaria del burdel y que su fantasma también ronda por el Dauphine.
Fuimos a cenar al restaurante Bayona justo en frente del hotel. La primera de muchas comidas deliciosas. Este restaurante fue uno de mis favoritos.
Paseamos un rato y le presenté a los padres la famosa Bourbon Street. Como todas las noches, esta calle es como la cápsula de una realidad alternativa. En el resto de las vías hay movimiento de gente pero en esta calle hay una vibra distinta. Es una rumba permanente e intensa con gente que brota de los bares y llena toda la calle, todas las noches, todo el año. Pero tampoco es como en las películas. No vas a ver mujeres mostrando los senos en cada esquina o en todos los balcones por un collar de plástico. Yo nunca he visto esa situación en las dos ocasiones que he ido. Quizás ese fenómeno sea exclusivo de Mardi Gras o de la exageración de Hollywood.
Después de dejar a los padres descansando me dispuse a hacer un nuevo reconocimiento por esta calle, ahora a mi paso. Cual Cenicienta, a las 12 en punto regresé al hotel para brincar en la cama del cuarto de mis papás y desearle feliz cumpleaños a mi mamá. Después volví a salir y terminé en el histórico Jean Lafitte´s Old Absinthe House. Probé su trago estrella: El absinthe y…no es mi trago. Esa noche me quedé con el vino.
Cuentan las leyendas urbanas que en este viejo bar de Absenta el pirata y fugitivo Jean Lafitte se reunió con Andrew Jackson para negociar la asistencia de Lafitte en la defensa contra las fuerzas británicas en su último intento de ganar territorio en Estados Unidos. El ejercito pirata de Lafitte ayudó a ganar la batalla de New Orleans, dándole fin a la guerra en 1812.
Un siglo después fue un lugar clave durante la Prohibición y aunque fue cerrado varias veces, seguía abriendo como un speakeasy.
Por supuesto las leyendas también cuentan que este bar está lleno de fantasmas. Siendo un lugar frecuentado por muchos famosos y celebridades como Oscar Wilde, Walt Whitman, P.T. Barnum, Mark Twain y Frank Sinatra, entre otros, no es de extrañar que sus fantasmas regulares también sean personajes famosos. Se dice que el propio Jean Lafitte aún se da su vuelta por el bar y se reencuentra con su amigo Andrew Jackson. (Aunque quizás algunos de los viejos testimonios de fantasmas tenían más que ver con los efectos de «el hada verde» que con algún fenómeno sobrenatural)
Días 6
Hoy era un día de paseo y reconocimiento del French Quarter. Empezamos por un buen desayuno sureño, muy rico en The Old Coffee Pot y probamos las calas que son como las primas olvidadas de los beignets que ya no se consiguen en muchos restaurantes. Son bolitas de arroz y saben exactamente a una bolita de arroz con leche, pero frita. Deliciosas.
Nuestra primera parada después del desayuno fue Jackson Square, la plaza que se encuentra en frente de la Catedral de San Luis. Es un lugar lleno de artistas y músicos callejeros. New Orleans, o al menos el French Quarter es un lugar que tiene música todo el tiempo. Uno se siente como en una película donde cada parte del día o cada escena tiene una canción o un sonido distinto.
A la cumpleañera lo que pida, así es que lo primero que hicimos después de caminar por la plaza fue entrar a la Catedral a dar gracias.
Don Andrés Almonester y Roxas era un reconocido personaje de la alta sociedad española de New Orleans y el dueño de gran parte del Barrio Francés, incluyendo los terrenos donde ahora está el Dauphine Orleans Hotel y de varias cuadras alrededor. Sus restos se encuentran en la catedral.
Al lado de la Catedral se encuentra el Cabildo y el antiguo arsenal que ahora es un Museo.
No me voy a extender mucho en la historia de New Orleans porque si no, el post queda eterno. Fueron parte de Francia y España antes de pertenecer a Estados Unidos y creo que parte de su encanto es que nunca se han terminado de adaptar bien al resto del país Norteamericano, en su lugar prefieren mantener su propio ritmo, con una vibra y un sabor que mezcla el legado de los países europeos, con la rica cultura africana que trajeron los esclavos. Sus bailes, tradiciones, costumbres y religiones no pudieron ser calladas y ahora forman una parte integral de la identidad de este lugar.
Completamente de acuerdo Mr Dylan.
Después del museo fuimos a almorzar a Broussard’s. Este restaurante es conocido como una de las 4 «Grand Dames» de los restaurantes clásicos Creole (Los otros tres son Galatoire’s Antoine’s y Arnaud’s)
Si visitas esta ciudad no pierdas el tiempo probando comida que no sea la local, pues la gastronomía Creole de New Orleans no tiene comparación y es una forma de arte. Las elecciones de restaurantes son muchísimas y no deben ser tomadas a la ligera. Pasé buen tiempo escogiendo y revisando lugares para comer.
Este en particular lo escogí por los reviews, pero se quedaron cortos. La comida estuvo deliciosa pero ya eso me lo esperaba (los shrimp and grits y el bread pudding son demasiado ricos) lo que jamás me imaginé era la sorpresa musical que nos esperaba y que iba a ayudarme a lograr que el cumpleaños de mi mamá fuera un día memorable.
A todo el mundo le digo que las personas en esta ciudad tienen un calor y una amabilidad especial y ejemplo de esto fueron estos señores que se tomaron el trabajo de cantarle a mi mamá el cumpleaños en español, luego le dedicaron a ambos el bolero de Augstín Lara «Solmente una vez» para celebrarlos como pareja y finalmente What a Wonderful World de Louis Armstrong. Ver las caras de emoción de mis papás fue uno de los momentos más bonitos del viaje y algo que no me hubiese salido en un timing tan perfecto si lo hubiese planeado. Yo creo que este es el tipo de sorpresas que te regala una ciudad cuando uno la adora tanto.
Literalmente los tres salimos con esta sonrisa de felicidad del restaurante. Una velada realmente inolvidable. No me voy a cansar de recomendar este lugar. Le queda muy apropiado su título de Grand Dame.
Así como en Italia mi misión era encontrar el Tiramisú perfecto, acá estaba en búsqueda del bread pudding perfecto y de los que probé este fue el ganador.
Después de tanta comida se nos antojaba caminar y pasear para reconocer bien el barrio y así llegamos a Canal Street.
Los fines de semana es muy importante hacer reservación para cenar porque los restaurantes más famosos siempre están llenos, pero yo había hecho la reservación para este lugar desde Panamá.
La dama más antigua de los elegantes restaurantes de comida Creole francesa en New Orleans es Antoine’s. Por suerte quedaba a menos de una cuadra de nuestro hotel, por lo que a pesar de la noche fría, los Bayo nos trajeamos para celebrar con estilo.
Lo maneja la quinta generación de su dueño original, Antonio Alciatore quien lo abrió en 1840.
Tiene 14 salones de cena, cada uno con una decoración, historia y encanto diferente y espacio para más de 700 personas. Nosotros cenamos en uno de los salones más grandes o el Anexo Grande como le llaman. Todas sus paredes están llenas de historia, con fotos y recortes de periódicos de décadas pasadas, una verdadera máquina del tiempo.
La comida clásica Creole con toda su influencia francesa y su estilo old school estuvo deliciosa y el mesero que nos atendió parecía salido de otra época.
Después de un día de paseo y comida deliciosa los padres estaban satisfechos, emocionados y agotados. Se quedaron en el hotel y yo decidí quedarme en el bar de May Bailey’s tomando y una copa y escuchando las historias de uno de los tours embrujados que hacían parada en el bar y luego me quedé conversando con la chica que atendía en el barra, que tenía las mejores historias del hotel.
Día 7
Desayunamos en el café Fleur de Lis. Había un daño en la planta potabilizadora y enviaron un aviso general para todo el French Quarter. Por ese día, y hasta nuevo aviso, no era seguro beber el agua. En su lugar, todos los restaurantes te ofrecían Bloody Mary, Mimosas y cervezas para el desayuno. Ya entiendo lo que tuvo que haber pasado Bogart en la filmación de The African Queen, donde era mejor para tu salud beber alcohol que agua.
Hoy era el día para complacer a don Rolo. Siempre repito que él fue el primero que me enseñó a amar el cine, la historia y los tesoros del pasado. Es un hombre que sabe muchísimo de historia general y específicamente es un gran conocedor de los periodos de guerra, especialmente la 2da Guerra Mundial. Por eso decidimos tomarnos todo el día para recorrer The National WWII Museum Es un lugar enorme con exhibiciones de aviones, carros, armas, uniformes y mucho más de la época, en salones curados y decorados como sets de teatro que te permiten adentrarte realmente en la historia.
De más esta decir lo feliz que estaba mi padre. Se sabía de memoria los nombres de todas las armas, sin mirar si quiera los tags y yo no tenía que traducirle nada. Él tiene un jeep de esa época y lo está restaurando, así es que aquí estaba como en una juguetería viendo todos los modelos, piezas, motores y más. Tanto es su conocimiento que en varias ocasiones, las otras personas lo seguían como si él fuera uno de los guías del museo. En un momento un señor llegó pidiéndole que le hablara más de Pearl Harbor y en otra ocasión uno de los señores que lo seguía y escuchaba le preguntó si él había servido alguna vez y en qué rama porque sabía de todo. Don Rolo estaba que no le cabía la emoción en el pecho.
Después almorzamos ahí mismo y tomamos el camino de regreso al French Quarter.
Me encanta visitar museos cuando voy de viaje y tengo una debilidad por los museos raros y medio under, por eso les pedí a mis padres que me dieran una hora mientras ellos descansaban en el hotel, ya que había otro museo que yo deseaba visitar y sabía que no sería para nada de su gusto.
El que me conoce sabe lo horror geek que soy y no podía dejar de visitar la sucursal del Museo de la Muerte (El original está en Hollywood)
Cuando entras, lo primero que te dicen es que no puedes tomar fotos, ni siquiera tener tu cel en la mano mientras estás en los salones de exhibición y que no es para todo el mundo pues tiene muestras muy gráficas y fuertes.
Es un museo pequeño pero está lleno de artefactos como antiguas herramientas de embalsamadores, muchas fotografías de crímenes famosos como el de JFK y los cometidos por la Familia Manson, cartas y dibujos hechos por asesinos en serie desde la prisión, colecciones de calaveras, ataúdes, reportes policíacos y psicológicos de criminales y mucho más. Algunas de las cosas que más me llamaron la atención fueron las cajas de instrumentos antiguos para hacer autopsias, el reporte psicológico de Ed Gein, el mapa del infame hotel de H.H Holmes y muchas cosas más, pero debo admitir que aunque están las fotos de la escena del crimen del asesinato de Sharon Tate les pasé de largo bastante rápido pues no es así como quiero recordarla.
Cenamos algo rápido pues ya habíamos hecho una reservación en un bar para pasarnos la noche escuchando buen jazz. Cuando buscaba opciones de lugares tipo bar necesitaba espacios tranquilos, donde se pudiera escuchar música y conversar a la vez, pues sabía que mis compañeros de viaje no iban a durar ni una hora en un bar escandaloso lleno de gente.
Intentamos probar el día anterior en el Jazz Preservation Hall, pero la fila daba la vuelta a la manzana. Si hay algo que recomiendo full en esta ciudad es que no formen largas filas para nada y menos para escuchar buena música y comer buena comida. Usualmente los lugares en los que hay largas filas afuera son trampas de turistas y aunque sí, son muy buenos y reconocidos puedes encontrar otro lugar igual de bueno y mucho más cómodo. Por ejemplo, uno de los lugares ultra famosos para comer otras es Acme Oyster House en Iberville Street y cuando pasaba por ahí siempre veía filas larguísimas de personas dispuestas a perder parte de su día por un plato de ostras cuando justo en frente se encuentra Felix Restaurant and Oyster House, otro restaurante que sirve ostras deliciosas pero sin filas y con mesas disponibles.
Al final, me decidí por reservar una mesa en The Bombay Club un bar acogedor con paredes llenas de libros, una gran barra de madera, sillones de cuero y antigüedades en cada esquina.
Como en casi todos los lugares, aquí también cuentan que habita un fantasma. La del Bombay la conocen como Madame Sophie, pues siempre dejaba un libro en el piso marcado en un capítulo que llevaba este nombre. Dicen que Sophie, quizás una antigua trabajadora de Storyville, es muy protectora de las mujeres que frecuentan el bar y que un día hizo volar de la nada un trago hasta la cara de un hombre que estaba poniéndose agresivo con su novia. Una fantasma sorora, me gusta.
La primera noche escuchamos un trío con una cantante, un bajo y saxofón. Les cuento que los padres quedaron tan encantados que me pidieron que hiciera una reserva para regresar la noche siguiente y también cenar ahí.
Día 8
Desayunamos en el Original Pierre Maspero´s en un histórico edificio que data de 1788. Seguía la advertencia por el agua y tocaba seguir con mimosas.
Luego decidimos relajarnos y tomar el día para hacer tours. Cuando viajo usualmente me gusta ir a mi paso, pero aquí hay muchísimos tours interesantes, con guías muy bien capacitados y uno siempre termina aprendiendo algo nuevo. Nos decidimos por el tour del cementerio de San Luis. Uno de los tres cementerios católicos de la ciudad y el más viejo.
Está abierto desde 1789 y ahí se encuentran enterrados los restos de figuras importantes como Etienne de Boré, el primer alcalde de New Orleans y Ernst N. Dutch Morial el primer alcalde afro americano.
Nicholas Cage demostró su amor por la ciudad pagando por las restauraciones del drenaje de una gran parte del cementerio, lo que le permitió ganarse la buena fe de la Arquidiócesis, dejándolo construir una enorme y extraña tumba en forma de pirámide, que ahora luce aún más extraña pues tiene marcas de besos de sus fanáticas.
Su tumba más famosa y la segunda tumba más visitada en Estados Unidos (la primera es la de Elvis) es la de Marie Laveau. Conocida popularmente por ser la Reina del Voodoo, en realidad era un mujer empresaria, moderna, independiente y adelantada a su época. Una mujer negra y libre en tiempos de esclavitud, con negocio propio, poder económico e influencia política. Gran parte de su dinero lo invirtió ayudando a los demás e incluso consiguió la libertad de varios esclavos.
Antes le dejaban ofrendas, escribían y hacían misas de Vudú en su tumba pero uno de sus fanáticos se pasó de la raya y una noche se saltó la cerca y pintó toda la tumba de un rosado encendido. La Arquidiócesis decidió cerrar el cementerio con seguridad y solamente permiten visitas a grupos con guías o a personas que tengan a algún ser querido enterrado ahí.
Después del cementerio un pit stop para nuestro próximo tour.
Nos embarcamos en el Natchez, el último barco a vapor que recorre el Mississipi para un Brunch sureño diferente. Probé el Sazerac, un cocktail de whiskey que crearon en New Orleans y…tampoco es mi trago.
Después de un largo día de tours regresamos al Bombay Club, esta vez para cenar y seguir escuchando buen jazz.
Cuando mis padres decidieron ir a dormir yo me fui por unos cocteles al Ritz mientras leía un poco más del lado oscuro de la historia de The Big Easy.
Después estuve caminando por Royal Street…En esta calle siempre encuentro a los mejores músicos callejeros.
Día 9
Desayunamos en el hotel algo ligero y como era el último día, mi mamá quería hacer varias compras de regalitos y souvenirs. Entre compra y compra para complacerla (Ya les he contado que el shopping en los viajes no es lo mío) logré cuadrar una visita la Casa Museo Hermann-Grimma
Construida en 1831 por Samuel Hermann es una de las residencias más significativas del French Quarter. Se encuentra completamente conservada y restaurada con objetos originales de sus propietarios, para transportar al visitante a una ventana al New Orleans del siglo 19 con todos sus contrastes.
Por haber visitado cerca del Día de Los Muertos, una fecha muy especial para ellos, varias habitaciones de la casa se encontraban recreando un velorio de la época.
Después fuimos a almorzar y finalmente llegamos a probar mis deseados Beignets. Este fue otro caso en el que intentamos en el famoso Café Du Monde pero estaba llenísimo y nos decidimos por el Café Beignet en Royal Street. Es delicioso y sus beignets con como nubes de azúcar.
Caminamos un poco más por Royal Street, pues esta calle además de tener la mejor música callejera tiene hermosas tiendas de antigüedades.
Nos tocaba un vuelo de madrugada (debíamos estar en el aeropuerto a las 3:00 a.m.) así es que mis padres decidieron acostarse temprano. Yo empaqué, dejé todo listo y decidí que no dormiría pues no quería desperdiciar mis últimas horas encerrada en el hotel.
Regresé a Royal Street por más música y como si la ciudad estuviera despidiéndose de mi uno de los músicos estaba tocando House of The Rising Sun. Me quedé escuchando la canción completa.
Luego fui a cenar un delicioso plato de patas de cangrejo antes de mi último bar hopping por Bourbon Street.
Esta fue la última copa que me sirvieron y justo así defino esta ciudad, un lugar en el que la gente, la comida, la historia y la energía está a rebosar y que comparte sus placeres generosamente con quien quiera detenerse a escucharla y descubrirla.
Have Fun with Fashion…and Travels
XOXO
Greta.