Hace tiempo quería escaparme un par de días y tomarme un tiempo para mi, desconectarme de todo y reagruparme. Por los proyectos de la tienda y la colección en proceso no podía tomarme muchos días libres pero me las arreglé para sacar 4 días y empacar maletas, destino a Nueva York.
Día #1 Sábado
Por distraída no hice web check-in y cuando llegué al aeropuerto Oh! sorpresa el vuelo estaba sobrevendido. El siguiente era uno en el que llegaría a la medianoche. Con el poquito tiempo que tenía de vacaciones, la idea de perder unas seis horas era desesperante. Me pusieron en stand by junto a un grupo de gente y por suerte, por viajar sola y por esa persona que nunca llegó al vuelo a tiempo me pudieron sentar en el último espacio libre pues los demás en stand by iban en grupo y no se querían separar. Viajar sola tiene sus ventajas.
Llegué después de un vuelo bastante tranquilo y un viaje en taxi en el que por supuesto mi taxista tenía complejo de Toretto y unas ganas de socializar impresionante. Después de más de hora y media en la que pensé que iba a morir y un enorme tranque en el túnel, finalmente llegué a mi hotel.
Me quedé en el Hudson Hotel en Hell´s Kitchen ( Hudson Hotel website ) y mi niña geek interna saltaba de la emoción por saber que me quedaba en el barrio de los superhéroes Jessica Jones y Daredevil.
El Hudson Hotel es hermoso y perfecto para viajeros solitarios. Tiene varios bares, una decoración moderna y elegante y siempre hay ambiente de fiesta. Empecé mi primer día en su rooftop bar con hamacas, piso de madera, sillas de patios con plantas y enredaderas y una vista preciosa de la ciudad.
Me sentaron en un par de sillas y luego sentaron a otro solitario al lado mío, el lugar estaba lleno y había que acomodar a todo el mundo. Cuando el sol se ocultó y ya ninguno de los dos tuvo luz para leer decidimos charlar y terminamos teniendo una conversación decente que terminó en un bar hopping dentro del hotel. Tan bueno estaba el vibe del lugar que ni siquiera salí, y llegué a mi cuarto a eso de las 3 de la mañana.
Día #2 Domingo
Los cocteles de tequila NO son una buena idea para mi (Menos cuando los combinas con un par de cervezas al final) Admito que pasé más horas de la mañana de las que hubiese querido acostada en la cama recuperándome. Después de una ducha fría, un desayuno grasoso y mucha voluntad para recuperarme empecé a sentirme mejor.
Finalmente decidí reagruparme y salir a pasear cerca. Fui caminando a Central Park y al Columbus Circle que quedaban muy cerca de mi hotel. Estuve buen rato en Central Park disfrutando de su espacio. Es un lugar maravilloso en el que uno puede desconectarse. Los parques y áreas verdes en las ciudades son sumamente importantes. Aproveché para leer, seguir descansando y dejar que el aire fresco me ayudara con la resaca. Fui testigo de la fauna local de NY cuando una rata gigante decidió pasearse lentamente en frente mío, por suerte no les tengo miedo, y caminaba con tanta confianza que hasta graciosa me pareció, ella era como una ardilla más.
No me gusta molestar a los extraños pidiéndoles fotos por lo que tuve que practicar mi técnica de shameless selfie aunque no soy muy buena, por eso todas las fotos de este viaje no son las mejores.
Después empezó a llover y decidí hacer algo de shopping en Columbus Circle Mall. Soy pésima para hacer compras cuando voy de viaje, pienso que estoy perdiendo el tiempo y prefiero disfrutar de la ciudad y no pasarme horas comprando cosas dentro de un mall, me gustan más las tiendas pequeñas.
Decidí cenar pasta en un restaurante italiano que encontré en Google Maps a un par de cuadras de mi hotel y estuvo delicioso. La pasta con frutos del mar me encantó. Me recordó un poco a una que comí en Positano, aunque es imposible que estuviera tan rica como esa, pero compararla ya es bastante halago.
Es importante hacer reservación para cenar, sobre todo los fines de semana. Muchos de los buenos lugares están llenos y a veces toca esperar horas, pero nuevamente mi calidad de viajera solitaria funcionó a mi favor ya que siempre es más fácil conseguir mesa para uno.
Mario Vargas Llosa y su niña mala fueron una excelente compañía de viaje, de cenas, de barra y hasta de intermedios en el teatro, aunque me la pasaba agarrando rabia con la historia pero eso es material para otro post. Lo ideal cuando uno viaja solo es empacar uno o dos libros que te encanten, que no quieras soltar y que te puedas meter en la historia de cabeza, olvidándote de todo lo que te rodea, así uno se siente siempre en buena compañía.
Luego regresé al hotel a tomarme una copa en el Library Bar.
El library bar fue uno de mis lugares favoritos del hotel. Un espacio acogedor con libros, una mesa de billar y cómodos sillones en el que podías tomarte una copa y relajarte.
Esa noche había hecho una reserva en el Smalls jazz bar. http://www.smallslive.com
Este bar de jazz lo encontré antes de irme de viaje buscando cosas interesantes que hacer cuando uno es party of one. Lo bueno de este lugar es que pagas un cover por sesiones que son como mini conciertos y puedes simplemente sentarte y disfrutar de buena música sin tener que hablar con nadie. Al final estuvo tan bueno que no sólo me quedé en la sesión de 10:30 pm a 1:00 a.m sino que la seguí en las sesiones after hours que son tandas de improvisaciones buenísimas con músicos regulares del lugar o clientes y ahí estuve escuchando jazz del bueno hasta las 4 de la mañana que fue cuando nos largaron a todos.
Otro shameless selfie! Un outfit full negro para una noche de buena música
El chico que tocaba el saxofón NO era normal, definitivamente este instrumento produce uno de mis sonidos favoritos. Fue una noche mágica
Día #3 Lunes
El lunes me desperté muy temprano pues quería aprovechar la mañana en Moods, la tienda de telas donde iba a comprar materiales para mi próxima colección.
Llegué sin problema a este paraíso con pasillos y pasillos de tela, con sus vendedores amables que te tienen toda la paciencia del mundo y te dejan recorrer horas y horas mientras haces una pre selección sacando todos los rollos que te llaman la atención para luego elegir.
Un universo de materiales en los estampados y colores que te puedas imaginar apilados desde el piso hasta el techo….Un sueño. Eso sí, ahí se te pueden ir las horas y no darte cuenta en qué momento pasó.
Después de dejar mis compras en el hotel entré a uno de los tantos restaurantes que hay en Hell´s Kitchen medio al azar y terminé comiendo pizza y disfrutando de 2×1 de bellinis.
Al salir de ahí llegué al Gershwin Theatre para comprar boletos de Wicked pero no tenían funciones los lunes por lo que compré boleto para el martes y decidí buscar otro musical para esa misma noche. Ya no había espacio para el Fantasma de la Ópera que era mi primera opción por lo que me decidí por Chicago.
Disfruté de la obra aunque su vestuario y escenario eran más en la onda minimalista, al igual que las coreografías, pero las voces fueron increíbles.
Día #4 Martes (Mi día favorito)
Me desperté muy temprano para ir al MOMA. Ese día también había hecho una reservación para el 21Club, que queda en la calle de al lado del museo. Por el dresscode de restaurante no podía ir ni en jeans, ni zapatillas. Estaba lloviendo y con mucha brisa por lo que llegar al museo con mi vestido cruzado de vuelos en estampado de lunares fue una verdadera batalla contra los elementos. Después de caminar 6 cuadras con un pobre paraguas castigado por la brisa en una mano y sosteniendo la pollera de mi vestido con la otra finalmente llegué a mi maravilloso refugio de arte
Me había mentalizado para pasar todo el día en el museo, solamente tomando el break para almorzar y así fue. Fue delicioso recorrerlo sin apuros, tomándome el tiempo para observar las obras que más me llamaran la atención y disfrutar en persona de las piezas con las que había soñado por años.
En esta ocasión si me atreví a pedir una foto porque necesitaba una con la obra más famosa de mi pintor y genio loco favorito, Salvador Dalí. En ese momento el corazón se me quería salir del pecho y tenía piel de gallina. Aquí entre nos, tengo que admitir que aunque amo esta obra no está siquiera en mi top 5 de obras favoritas de Salvador Dalí, pero igual la emoción que sentí en ese momento no la puedo poner en palabras.
Al mediodía me fui a almorzar al 21 Club www.21club.com un lugar que en los años 20 fue un restaurante de la prohibición con un bar que desaparecía y una cava de vinos secreta, y donde a una de sus mesas la #30 la llaman Bogie´s corner. Ahí Humphrey Bogart se sentaba siempre que iba y tuvo su primera cita con Lauren Bacall. Hay que pasar unas puertas de hierro antiguas, bajar unas escaleras y llegas a este maravilloso lugar que es como una máquina del tiempo, con un gran bar de madera, un techo lleno de antigüedades y con meseros vestidos como si fuera 1950 que te atienden a la perfección.
El vestido que me puso en apuros entre la calle 58 y la 52. Los vuelos NO son buena idea para días de mucha brisa
TODO todo en el 21 Club fue delicioso pero este trío de crème brulée de menta, vainilla y chocolate estuvo fuera de este mundo.
Regresé al museo, me quedé como hasta las 4:00 y aunque no tuve chance de ver todos los pisos, vi lo que más me llamaba la atención con calma.
Regresé al hotel, peleando nuevamente con la brisa y, aunque me tocó romper la regla de nunca ir en jeans al teatro, decidí usar unos para ver Wicked porque el clima no daba para más.
Este musical sí me dejó con la boca abierta!! La original y hermosa historia de cómo la bruja del Oeste se convirtió en el personaje que conocimos en el Mago de Oz me enamoró. Todo fue maravilloso, la historia, el mensaje de amistad verdadera, de aceptar y celebrar las diferencias que nos hacen especiales, las canciones y las voces, el vestuario y la escenografía. Era como una niña en Disney con los ojos abiertos de par en par y una sonrisa de emoción que no se me borraba.
Después decidí entrar a un café que había pasado camino al teatro. Lillies https://www.lilliesnyc.com es un restaurante victoriano en honor a la actriz británica del siglo 19 Lillie Langtry. Su decoración y la imagen de Oscar Wilde en el bar me encantaron.
Finalmente fui a uno de los bares del hotel al que no había ido para tomarme un par de cervezas antes de irme a dormir pues tenía que estar en el aeropuerto temprano al día siguiente y mi sorpresa fue encontrar este techo con un arte muy similar al de Francesco Clemente (No sé si es una pieza de él pero se parece mucho) el artista que hizo los cuadros que «pintaba» Finn en la versión de 1998 de Great Expectations, una de mis películas favorita. Esta fue la despedida perfecta de un viaje maravilloso en el que finalmente pude disfrutar de Nueva York a mi paso y enamorarme de la ciudad.
Recuerden que si viajan solos lo importante es ir a su paso, disfrutar de los lugares a su tiempo y gusto. Google Maps es su mejor amigo, revisen cómo está el clima los días que van a estar, lleven siempre buenos libros como compañeros de viaje y siempre siempre hagan Web Check in 😉
Have fun with fashion…and travel.