Ayer nos invitaron a una cata de vinos y por la hora no había chance de ir a casa a cambiarse, teníamos que irnos directo al salir de la tienda. Me decidí por el famoso LBD (Little Black Dress) o Vestido Negro, esta opción nunca falla y por algo es un clásico.
Los amo por su versatilidad, por lo elegante que lucen y por que cada vez que me pongo uno recuerdo la histora de amor entre Coco Chanel y Boy Capel. Nada como una pieza de ropa que además de hacerte sentir sexy y elegante, trae una sonrisa a tu rostro porque te hace recordar algo bonito.
Otra ventaja de los vestidos negros de corte sencillo o cualquier vestido liso sin muchos adornos es que son un lienzo perfecto para transformar con accesorios. Para la noche le puse acentos llamativos. Unas sandalias con efecto holograma multicolor, un clutch neón que me recuerda que nunca debemos dejar de soñar, Aretes tipo wing en azul eléctrico, pulseras y Cuff en ambas muñecas.
Yo no sé mucho de vinos (Lo único que sé es que me gusta tomarlos), y era la primera vez que iba a una de estas cosas pero me encantó. Mis favoritos fueron el Martín Verástegui Verdejo, un vino blanco con tonos cítricos y el Dorium Crianza, un tinto que no se sentía amargo ni muy fuerte.
Aprendí algunas cosas como que la uva para vino, mientras menos jugo y más cáscara tenga es mejor y que algunas botellas tienen una hendidura en el fondo, no sólo para que el mesero las presente mejor, sino también para agarrar un poco los sedimentos del vino.
Además nos entregaron una «batería» o «cheat sheet» con algunos términos básicos. Ahora puedo decir que el Verdejo tenía «Crisp» y si lo digo con seguridad hasta yo me creo que sé de lo que estoy hablando. (Fake it till you make it, right?)
Gracias a Jenny Molano y a la Bottega Varela por la invitación y a José Tuñon y Nicole Puello por la excelente presentación.
Vive la Moda (Y el Vino 😉 )
XX
Greta